Sobre las Baterías

Innovación en el mercado de las baterías

Vehículos eléctricos, adiós al petróleo

“Electrificar todo” es el mantra de eficiencia y modernidad y para salvar al planeta, en especial, en el sector transporte. Los vehículos eléctricos van empujando una nueva revolución industrial del siglo XXI. General Motors, Ford, Volvo, Land Rover, Jaguar, Volkswagen, Toyota, entre otras, e innumerables empresas automotrices de China, han expresado planes y compromisos de dejar de producir vehículos de combustión interna en la próxima década. Ciudades, estados de la Unión Americana (como California) y diversos países han establecido objetivos para prohibir su venta también a partir del próximo decenio. Todo ello significa un punto de inflexión histórico, no sólo en la propia industria automotriz, sino en los sistemas energéticos. Se han alineado fuerzas tecnológicas, económicas, políticas y sociales para despejar el camino hacia una electrificación total del parque vehicular. China encabeza este proceso, y le siguen Europa y Japón. Estados Unidos con Biden, ahora arranca una rápida carrera para alcanzarlos. De hecho, se espera que, en nuestro vecino del norte, en 20 años, la mayor parte de los vehículos sean eléctricos.

Tesla, la pionera, construye nuevas plantas en Austin y Berlín (abandonó el proyecto de una nueva planta en Guadalajara, debido a las decisiones irracionales del gobierno mexicano), mientras que su fábrica de Shanghái produce frenéticamente cada año cientos de miles de ejemplares del Modelo 3S. Un financiamiento masivo del sector privado hoy se derrama sobre empresas de baterías y de vehículos eléctricos. Toyota presentará este año su nueva batería de estado sólido recargable en 10 minutos y con una autonomía de 450 kilómetros. China es la vanguardia en el mercado de vehículos eléctricos. Sin embargo, en 2020, la Unión Europea superó por primera vez al gigante asiático en ventas con 1.4 millones de autos –37% más que en 2019– y a pesar del derrumbe del mercado por la pandemia. (En Noruega, más de la mitad de todos los autos vendidos en 2020 fueron eléctricos). Puede decirse que, en este contexto, la percepción de los consumidores ya empieza a volcarse en favor de la electricidad, lo que alimenta un crecimiento exponencial del mercado de vehículos eléctricos. Se requiere sin duda, una amplia cooperación entre el gobierno y el sector privado para la multiplicación de las estaciones de recarga y así reforzar la confianza de los consumidores. (Biden planea instalar 500,000 puntos de recarga, y detonar la venta de más de 25 millones de vehículos eléctricos en los próximos cuatro años). Otras cosas significativas que corresponde a los gobiernos es aplicar normas de emisiones a los vehículos de combustión interna cada vez más estrictas.

El gran desafío es la construcción de una red suficientemente extensa y eficiente de estaciones de recarga eléctrica, además de continuar con la mejora de las baterías en términos de capacidad, alcance, durabilidad y velocidad de carga, junto con mayores economías de escala para abaratar suficientemente los costos – tal como ocurrió con los paneles solares fotovoltaicos. Hoy en día, los nuevos autos eléctricos ya ofrecen autonomías de más de 500 kilómetros, lo que prácticamente llega a la par con los motores de combustión interna. Pronto, esto se duplicará o triplicará. Los vehículos eléctricos se están acoplando con sistemas solares fotovoltaicos en las casas, y con baterías domésticas para recargarlos de manera 100% limpia y sostenible. La transición hacia los vehículos eléctricos en binomio con energía solar implica la descentralización y el empoderamiento e independencia energética de individuos, familias, comunidades y empresas, y la creación de innovadores esquemas de venta de excedentes a la red. Esta nueva realidad energética requerirá la multiplicación de capacidades de generación de energías limpias, redes inteligentes, mercados eficientes, tecnología de punta en medición, y almacenamiento de energía a gran escala, así como de una estrecha alianza pública-privada. En México, obvio, todo esto es anatema para el gobierno de López, que demencialmente destruye empresas de energía limpia, construye una absurda refinería de petróleo con dinero público, y se aferra en su delirio a los combustibles fósiles y a la reconstitución de monopolios.

Los vehículos eléctricos son una realidad, y su dominio absoluto está a la vista. Son parte de un nuevo ecosistema energético en el contexto de energías limpias y de redes inteligentes, y de una vertiginosa revolución industrial hacia economías de cero emisiones de Gases de Efecto Invernadero